Anon (Andrew Niccol, 2018) nos hace adentrarnos con su primera escena en una imitación moderna de Blade Runner (Ridley Scott, 1972) con una elegante recreación del futuro y un sonido que replica el caer de unas gotas de lluvia sumergiéndonos en la oscuridad que rodea su trama. Así conocemos a su pareja protagonista, un detective que lucha contra el crimen en un mundo donde la privacidad no existe ya que todos los recuerdos son grabados y son accesibles para todos, y una mujer que parece haber conseguido alterar el sistema viviendo en el anonimato. El director Andrew Niccol parece estar obsesionado con recrear mundos futuristas en sus películas como hemos visto antes en filmes como su ópera prima Gattaca (1997), una cinta en la que la interpretación de sus actores principales Ethan Hawke y Uma Thurman junto con su thriller distópico convirtió al largometraje en una cinta de culto.

Niccol sigue empeñado en localizar sus thrillers en ciudades del futuro mezclando ciencia ficción y realidad como ya hizo en otros largometrajes como In Time (2011) o La Húesped (The Host, 2013), y haciendo que el conjunto entre ambas quiera parecerse al futuro inminente que está por llegar a la tierra. En Anon, el actor Clive Owen —que parece estar encasillándose en este tipo de filmes— acompaña a una siempre fascinante Amanda Seyfried en una cinta en la que se le da demasiado protagonismo a los hombres y al caso que estos investigan, en vez de centrarse en el atractivo del personaje femenino y a lo que se dedica, consiguiendo con ello que su trama se vuelva forzada cuando según se va desarrollando vemos que al guión no se le ha dado la importancia que debe tener, y este no se ha realizado con el mismo cuidado con el que se ha mantenido la puesta en escena en toda la película.