El bosque Aokigahara o mar de árboles como es también conocido, es un bosque de unos 35 km² situado en la parte norte del monte Fuji, a dos horas de la ciudad de Tokio en Japón. Desgraciadamente, la fama de este bosque es debida a que es el segundo sitio del mundo donde más gente acude a suicidarse —el primer puesto parece ser el famoso puente Golden Gate en California—. El director Gus Van Sant nos adentra en este inmenso bosque en su película El bosque de los sueños (The Sea of Trees, 2015), y lo que es más inquietante, nos hace sentir que estamos visitándolo en persona en esta historia protagonizada por Matthew McConaughey en la que el protagonista decide acudir hasta la ciudad japonesa para terminar con su vida.

A lo largo de la película y con diversos flashbacks que van mezclando el pasado y el presente conseguimos sentir el miedo de un bosque que parece dar la bienvenida a sus visitantes pero que sin embargo, no parece querer dejar que estos lo abandonen. Sin ser un gran largometraje, lo mejor que aporta es el hecho de conseguir representar la soledad que una persona puede sufrir cuando la vida no parece portarse bien con ella. Asimismo, el silencio y el terror que caracteriza a este bosque está muy bien escenificado, y aunque sólo sea durante estas casi dos horas de metraje, es interesante visitarlo, a pesar de lo duro que debe ser estar entre tanta naturaleza pero sintiéndose atrapado en ella.