Parece que la edad no es un inconveniente para Tom Cruise, veintidós años han pasado desde el estreno de la primera película de Misión Imposible (Mission: Impossible, Brian de Palma, 1996) que le ha llevado a ser uno de los actores más reconocidos del cine de acción del siglo XXI y que tras esa primera entrega le han seguido otros filmes de acción como Oblivion (Joseph Kosinski, 2013), La guerra de los mundos (Steven Spielberg, 2005), Jack Reacher (Christopher McQuarrie, 2012) o La momia (The Mummy, Álex Kurtzman, 2017). Misión Imposible: Fallout (Mission: Impossible – Fallout, Christopher McQuarrie, 2018) es la sexta cinta de esta saga de thriller y acción en la que por primera vez un mismo director se atreve a repetir dirigiendo otra secuencia de Misión Imposible —concretamente Christopher McQuarrie, el mismo que dirigió la quinta entrega Misión Imposible: Nación Secreta en 2015, que repite de nuevo en la dirección de esta sexta película—.

A pesar de que Misión Imposible siempre irá unido al nombre de Tom Cruise, tras la primera parte de esta sexta entrega parece que se le está buscando un sustituto al propio Cruise, quien por primera vez es acompañado por una figura masculina más joven y destacable junto a su papel de protagonista. Sin embargo, pronto nos damos cuenta que Misión Imposible: Fallout rememora las secuencias más emblemáticas de sus anteriores entregas haciéndolas más espectaculares, y en todas ellas está Tom Cruise superando sus anteriores sprints y saltos de vértigo. Mucha más acción y sobre todo, secuencias más largas completan los 147 minutos de metraje de esta secuela.

Con todo ello, Tom Cruise sigue demostrando que está en plena forma —y también repleto de operaciones faciales—, y le sigue gustando hacer que directores y demás reparto estén al borde de un ataque de nervios cada vez que el propio Cruise rueda las escenas de acción, provocando en este caso que tuvieran que aplazar el rodaje de la película durante unas semanas cuando se rompió el tobillo en una de las escenas de saltos entre edificios, —secuencia que podemos ver en la película puesto que la han dejado en el metraje final—. Está claro que nada puede parar a la ambición de Tom Cruise, quien no dudó en hacer un curso de 2000 horas para pilotar el helicóptero de la secuencia final y hacer él mismo las piruetas entre montañas. Sin embargo, a pesar de todo ese esfuerzo, aunque Misión Imposible: Fallout nos trae secuencias de acción más largas y espectaculares, también relata un guión mucho más predecible que repite los mismos giros de trama y sorpresas de sus predecesoras y al que le hubiese ido mejor un poco más de originalidad entre tanta escena de acción.