Basada en la vida real de Molly Bloom que relata la propia protagonista en su libro Molly’s Game en el que se basa la película de Aaron Sorkin —director destacado de series como El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, 1999) o The Newsroom (2012)—, Molly’s Game (2017) comienza con dos secuencias en las que se nos muestra el fracaso de una esquiadora profesional seguidas de su detención años después por el FBI tras ser acusada de realizar apuestas ilegales. La adolescencia de la protagonista y cómo se inicia en ese mundo es el tema principal del filme que se desarrolla con un ritmo frenético que va decayendo conforme vamos llegando a sus más de dos horas de duración.

Molly’s Game utiliza el papel de la narradora en el que la propia protagonista relata y justifica sus movimientos como si leyera fragmentos del propio libro, y junto a los constantes saltos en la trama que se mueve continuamente en diferentes momentos de su vida, se pretende así que el espectador esté entretenido durante todo el metraje. Pero la pregunta que nos hacemos es, ¿es suficientemente interesante la verdadera historia de Molly Bloom?. Desde luego, la inteligencia de esta mujer y su carrera como empresaria es excelente, y buena muestra de ello se describe en la película que pretende demostrarnos que los fracasos no son un impedimento para seguir adelante con más fuerza pero, ¿no es esta cinta una nueva versión de 21 blackjack (21, Robert Luketic, 2008)?

La actriz Jessica Chastain vuelve a repetir en el rol de una mujer inteligente, ambiciosa y seductora tras su papel en El Caso Sloane (Miss Sloane, 2016) —leer reseña pinchando aquí—, consagrándose así como una de las actrices del momento que sabe sacar adelante una película realizando una magistral interpretación gracias a papeles de mujeres tan poderosas como el de Molly Bloom. Sin embargo, Molly’s Game no es todo lo cautivadora que podría haber sido, pareciendo una copia de guión que adquiere el mismo desarrollo de otras películas que también tienen el póker en su trama, y parece que la única meta de la cinta es la de hacer que la propia Molly se pasee por todos los platós de televisión hablando sobre su vida.