Es inevitable no recordar la película de Sofia Coppola desde el primer momento viendo que el tema principal de Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015) son unas jóvenes hermanas que viven con una familia autoritaria que les hace la vida imposible, llegando hasta a encerrarlas en casa para que no puedan salir y así no haya ningún problema con cualquier persona del sexo contrario. Sin embargo, Las Vírgenes Suicidas (The Virgin Suicides, Sofia Coppola, 1999) se centraba a su vez en otros personajes que rodeaban a las cuatro hermanas y que veían su sufrimiento e incluso intentaban mantener contacto con ellas, como hacen los compañeros del instituto cuando las llaman a su casa y se comunican con ellas mediante fragmentos de canciones.

La película de Sofia Coppola contaba con una narradora que en ciertas secuencias describía los pensamientos de esas pequeñas que estaban atrapadas en un infierno diario. En el caso de Mustang, la cinta cuenta la historia de las cinco jóvenes desde el punto de vista de la más pequeña y la cámara siempre sigue a las hermanas que son el centro de las miradas y sólo unos pocos personajes secundarios las acompañan en la historia, siendo así la película más monótona. Quizás es este detalle lo que hace que la parte traumática sea más protagonista en Mustang y podamos sentir el sufrimiento de esa casa, cuyas ideas tradicionales y machistas llevan a la locura tanto a las protagonistas como al propio espectador, que siente la claustrofobia que esa abuela y ese tío provocan en ellas pero que también puede sentir una pesadez en la segunda parte de la historia por su lentitud, que hace de esta hora y media más larga de lo esperado.