¿Deja de ser asesina una persona cuando tiene el respaldo de la ley a su favor? ¿Por qué se diferencia a los seres humanos cuando todos somos personas? ¿Desde cuándo una persona puede considerarse un daño colateral? Estas son algunas de las reflexiones que nos plantea Espías desde el Cielo (Eye in the Sky, Gavin Hood, 2015), una película protagonizada por los actores Helen Mirren y Alan Rickman que interpretan a dos personajes fríos y astutos que reflejan la personalidad y el comportamiento de una parte considerable de la población actual. La película se sitúa en ocho localizaciones distintas recorriendo hasta cuatro continentes para adentrarnos en dos historias que se van entrelazando durante toda la cinta: una de ellas es la operación secreta llevada a cabo por agentes de la inteligencia militar para capturar a un grupo de terroristas en Kenia, y la otra es la vida de una familia keniana de clase baja que debe sobrevivir en una ciudad en la que los niños caminan entre hombres armados.

Con unos brillantes Helen Mirren y Alan Rickman que demuestran su talento en la cinta, Espías desde el Cielo implica al espectador en la trama desde su inicio cuando vemos cómo nuestros propios pensamientos entran a formar parte de lo que está sucediendo. El largometraje retrata las frecuentes misiones de guerra en otros países, en los que los políticos se convencen a sí mismos justificando estos actos para evitar así que ocurran catástrofes mayores mientras destruyen la vida de gente inocente que etiquetan como daño colateral. Como vemos en esta cinta, es el mundo de la guerra y el terrorismo, el de la frialdad de los humanos frente al resto de la humanidad. Este thriller bélico cargado de realismo destaca por sus numerosos momentos de tensión que se mantienen durante prácticamente todo su metraje, así como por la diversidad de puntos de vista y razonamientos que se emplean para justificar un acto terrorista en el que la política, la ley, la moral y la humanidad se verán claramente enfrentadas.