Paladiki es una isla donde residen un pequeño número de griegos bastante inteligentes junto a un alemán, que se siente más griego que alemán. En esa pequeña isla griega sobreviven unos pocos habitantes a la crisis económica actual que afecta al país. Es por ello que cuando ven que pueden sacar algo de dinero de la poderosa Alemania, no dudarán en hacerlo. Lo que ellos no pensaban es que un día Alemania investigaría si ese dinero se estaba utilizando para la construcción de un hospital y una central eléctrica como ellos aseguraron, y mandaría a un banquero alemán a comprobarlo. Esa es la trama principal de Bienvenidos a Grecia (Highway to Hellas, Aron Lehmann, 2015), una divertida comedia alemana que a través de bromas predecibles pero bañadas en estereotipos, y gracias a la buena interpretación de sus personajes principales, provocan la risa del espectador constantemente.

Recordemos que la utilización de estereotipos es algo que en los últimos años le ha funcionado muy bien al cine español, y que podría repetirse con Alemania y Grecia, si es que ambos países están preparados para reírse de sí mismos. La esencia de Bienvenidos a Grecia reside principalmente en la cercanía de sus personajes y la sencillez del relato, que sumados a los toques de actualidad de la historia y a la constante ironía, harán que el espectador inicie una aventura junto al protagonista en la que descubrirá un lugar encantado y disfrutará así de sus playas, de los paseos por esas tranquilas calles entre sus casas blancas y de la convivencia con los curiosos habitantes que la conforman y el plan que estos han ideado para el protagonista. La magia de la cinta es lograr sentirse un habitante más de la isla y recordar lo importante que es la amistad, el amor y el disfrutar de esos buenos momentos que nos regala la vida.

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