La vida de Anselmo se encuentra en una pequeña casa en medio del campo en la que lleva toda una vida viviendo junto a la compañía de sus ovejas y su perro Pillo. Su apacible y tranquila rutina se ve alterada cuando una empresa constructora le ofrece la oportunidad de comprar su casa y éste se niega a venderla, teniendo que hacer frente así al acoso de la propia constructora y a unos cuantos vecinos que no dudan en dejarse llevar por la cuantiosa cantidad de dinero que les ofrecen y por la que harán todo lo posible por convencer al pastor.

La tercera película del director español Jonathan Cenzual Burley nos muestra un drama en el que miramos con añoranza una vida rural y humilde que cada vez parece estar más lejos de nuestras vidas actuales, y en la que el dinero y la envidia parece ser una de las razones principales de que cada vez haya menos personas viviendo y disfrutando como lo hace Anselmo. El pastor (Jonathan Cenzual Burley, 2016) comienza con una fantástica primera secuencia en la que observamos el inicio de un día cualquiera en la vida de este pastor que nos hace simpatizar rápidamente con él, la cinta va convirtiéndose paulatinamente en un thriller en el que la tensión termina invadiendo la historia debido a la codicia de un número de vecinos que no dudan en hacer lo que esté en sus manos para satisfacer su beneficio propio.

La película no sólo destaca por narrar una historia que no nos resultará desconocida y con la que reflexionaremos sobre la condición humana y los principios morales, también sobresale por la interpretación de su actor principal y por el uso de los silencios y la luz que nos hacen empatizar con la solitaria vida del pastor y con la que la historia consigue cambiar del drama al thriller llevándonos desde una plena tranquilidad hasta ciertos momentos de nerviosismo y angustia. El Pastor es una crítica hacia el daño que la avaricia y la codicia hace en las personas y al mismo tiempo es un pequeño regalo para no olvidar lo poco que necesitábamos hace unos años para disfrutar de la vida en comparación con el exceso y la abundancia en la que vivimos hoy en día.

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