Irrational Man (Woody Allen, 2015) narra una historia en la que la intriga característica de los thrillers se cuela en el realismo que gira en torno a la vida de un escritor y profesor de filosofía cualquiera que sin motivación y arropado por el whiskey, encuentra un motivo que le devolverá el entusiasmo por vivir. Una vez más, Woody Allen ensalza las diferencias entre el hombre y la mujer haciendo que, aunque hay dos narradores en la cinta y ambos nos cuentan sus pensamientos más primordiales, el del hombre se centra en el momento en que recupera las ganas de vivir planeando un asesinato, y el de la mujer es el de ver cómo va creciendo su atracción por el hombre gracias al rechazo sexual de este. La cinta de Woody Allen nos muestra cómo las preocupaciones de ambos personajes, siendo que viven la misma historia de amistad entre ellos, son muy diferentes.

Es curioso ver lo distinto que piensan ambos y cómo las prioridades de cada uno son tan diferentes —sobre todo el pasotismo de él que se va dejando llevar por lo que va sucediendo sin parecer importarle las consecuencias de sus actos—. La atmósfera que se crea en las películas de Allen en las que, la comedia se mezcla con el drama y hace del drama algo más secundario en la historia, vuelve a estar presente en esta película así como la cuestión de la moral que se las tiene que ver una vez más con la razón y con todas esas teorías filosóficas con las que Allen reflexiona en la mayoría de sus cintas. Y es que, todas esas reglas creadas por la gente de clase media que nos obligan a hacer lo correcto incluso en los momentos en los que hemos traspasado dichas reglas, ¿pueden la casualidad y la suerte entonces hacer que gane quien de veras merece ganar por haber cumplido dichas reglas o no es la vida tan justa como queremos creer?