En la oscuridad de la noche viajamos dentro del coche de una pareja que se encuentra a una niña en medio de la carretera. Un accidente repentino les hace llevarla a un hospital y salvarle la vida pero no encuentran a sus padres y la niña no habla. Como no mejora en el hospital pero sí tiene cierta química con la pareja que la encuentra, se la llevan a casa para intentar conseguir saber más sobre ella. Así comienza Jaula (2022), la ópera prima del director Ignacio Tatay que con guión propio junto con la colaboración de Isabel Peña se embarcan ambos en una historia de intriga que llega a convertirse en un thriller con ciertos toques de terror.

El aspecto pálido de la niña así como sus ojeras marcadas y el hecho que rodea a la historia en sí de la joven la hacen un tanto aterradora. La casa en la que viven en medio de un bosque sirve también a la trama para aportar incertidumbre y temor sobre lo que está por suceder. En medio de todo ello está la relación tan cercana y maternal que llega a tener la protagonista con la niña que le llevará a querer averiguar con más ansia quién es la niña y qué hacía en medio de la carretera. Con el sonido ambiente y la música compuesta por Snorri Hallgrímsson nos adentramos en ese ambiente de thriller de intriga que la trama plantea.

Con un realismo perturbador en ciertos momentos de su historia, Jaula es la maestría del trabajo de la actriz Elena Anaya, quien nos hace vivir esta insólita experiencia y temer que lo peor está por llegar. Con una composición y estructuración no muy común, son los pequeños detalles los que no terminan de cuadrar y hacen a la película menos grande. En cualquier caso, su buena puesta en escena, su interesante historia de intriga y la buena interpretación del reparto con Elena Anaya a la cabeza hacen que este largometraje sea un buen comienzo para su director Ignacio Tatay, que aunque quiere acercarse y roza las características del cine gore, termina realizando un relato de intriga laborioso.