Una maravillosa sorpresa ha sido descubrir y disfrutar de Klaus (Sergio Pablos, 2019), una cinta de animación que narra la historia del joven hijo de un acomodado empresario que prefiere disfrutar de las riquezas de su padre sin aprovechar la oportunidad que le da su padre de trabajar como cartero en su empresa. La vida del joven cambia cuando es enviado a un remoto pueblo polar en el que sus habitantes están en guerra, no saben comunicarse entre sí y mucho menos utilizar el correo postal.

El primer largometraje del guionista y director Sergio Pablos no podría haber sido mejor. Klaus es una película que gustará a los más pequeños y emocionará a los más adultos relatando la leyenda de Santa Claus con una serie de moralejas que recalcan la importancia de la educación y la escuela como motor de ella. La película hace hincapié en la importancia de los niños para cambiar las costumbres establecidas por los adultos y en general, el relato del largometraje es extrapolable a la vida real y a los problemas actuales que tenemos como sociedad.

Eligiendo colores fuertes y vivos para exponer esta historia, Klaus sigue el mismo esquema de las películas de dibujos animados con los altibajos y caracterización de sus personajes que en ocasiones enfatizan la belleza de su personaje femenino en contraposición con el de su protagonista masculino o utilizan unos dobladores reconocibles que pueden desvirtuar la construcción del personaje por relacionarlo con actores famosos como sucedía con Her (Spike Jonze, 2013)—leer reseña pinchando aquí—, pero sin embargo, transmite la magia e ilusión a niños y adultos con unas moralejas esenciales para la vida que no son tanto los regalos de estas fechas como los actos bondadosos de unos pocos que ayudan a crear otros y consiguen traer paz y felicidad al mundo.