La batalla de los sexos fue como se conoció el torneo que disputaron el tenista Bobby Riggs y la tenista Billie Jean King en el año 1973, y que atrajo por primera vez a miles de personas en su retransmisión en directo, llegando a conseguir audiencias récord en Estados Unidos con hasta 50 millones de espectadores. El partido se disputó tras las sucesivas declaraciones del propio Riggs en los medios de comunicación criticando el tenis femenino y el rol de la mujer en la sociedad. La batalla de los sexos (Battle of the Sexes, Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2017) se centra en el personaje de Billie Jean, una mujer que siendo jugadora profesional de tenis, decidió plantar cara a la desigualdad generacional y salarial a la que se enfrentaba. La cinta narra tanto el día a día de trabajo de la tenista como su vida personal, haciendo que en ocasiones parezca querer dar más protagonismo a la relación lésbica que mantuvo la protagonista y no a su lucha por cambiar la injusticia que le rodeaba.

El drama de la historia se mezcla con toques de humor que crea el propio Riggs, dejando así una comedia ácida y feminista que pretende apaciguar el drama personal que tanto el propio Riggs como King sufren en sus respectivas vidas. Los directores de Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, 2006) nos traen un largometraje algo lento y largo pero cuyo tema sigue siendo de vital importancia hoy. En la actualidad, la igualdad de derechos y condiciones entre hombres y mujeres sigue siendo un tema pendiente en la sociedad global y modernizada que pretenden hacernos creer que vivimos. Con las magníficas interpretaciones de los actores Emma Stone y Steve Carell que repiten juntos tras la comedia romántica Crazy, Stupid, Love (Ficarra, Requa, 2011), La batalla de los sexos es un interesante recuerdo a una batalla en particular vivida en los años 70 pero también un recordatorio de las diversas batallas que siguen pendientes de saldar en nuestra sociedad actualmente.