Antonio Mercero consigue en este mediometraje de 35 minutos de duración que a muchos les cambie el concepto de lo que es una simple cabina de teléfono. La cabina (Mercero, 1972) nos sitúa en una calle de Madrid en un día cualquiera en el que una mañana cualquiera se coloca una cabina telefónica en medio de una plaza en el barrio de Madrid. Un padre acompaña a su hijo a la parada y allí un autobús escolar recoge al niño para llevarlo a la escuela. En el paseo hasta la parada, ambos pasan por esa plaza y al niño se le va la pelota con la que juega hacia dentro de la cabina. El niño recoge la pelota y le indica al padre que es una cabina telefónica nueva. Cuando el niño coge el autobús y el padre regresa por el mismo camino, el hombre decide entrar a la cabina de teléfono a hacer una llamada y la puerta se cierra sin que él pueda abrirla.

Este mediometraje sirve para hacer una representación de la sociedad de entonces, una mayoría de personas que se ríen del hombre que queda atrapado en la cabina y se amontonan alrededor observándole y riéndose de él como si este estuviera en un programa de televisión y se tratara de un programa de humor el que tienen delante. La mayoría de ellos no empatizan con el hombre —cuando cualquiera de ellos podría haberse quedado atrapado dentro—, y la mayoría se quedan mirando mientras solamente un par de hombres intentan ayudarle. Uno de ellos parece intentarlo para hacerse el héroe delante del resto creyendo que será fácil mientras que otro hombre parece hacerlo por voluntad propia e intentando ayudarle. La angustia que poco a poco va creciendo para el personaje protagonista que interpreta el actor Jose Luis López Vázquez va creciendo a su vez en el espectador, y este metraje que al principio planteaba una situación cotidiana, se convierte en toda una cinta de terror que utiliza el surrealismo para servirse de un drama inesperado.

Su banda sonora es la que nos ayuda a adentrarnos en el horror que vive el protagonista y en esos momentos de máxima desesperación y angustia. Con planos y movimientos de cámara básicos que ayudan a que centremos la mirada donde pone el ojo la cámara, este sencillo metraje es una obra maestra que posee un significado mucho mayor si es que lo ponemos en contexto. En plena dictadura española —la cinta se estrenó en el año 1972—, esta creación con guión de José Luis Garci y su director Antonio Mercero sirvió como crítica al sistema existente en aquellos años, que también se podía extrapolar a la historia que vivían otros países y que inesperadamente pasó los filtros de la censura franquista, quizás por la sencillez de su historia en la que no se supo entender el significado de esta.