Hay ocasiones que solamente el nombre de un director puede hacer que esperemos con entusiasmo su próxima película y ese es el caso de Richard Linklater. El último proyecto del director es La última bandera (Last Flag Flying, Richard Linklater, 2017), una película en la que tres actores conocidos dan vida al trío protagonista en un drama en el que uno de ellos reaparece en la vida de sus compañeros excombatientes para que le acompañen a recoger el cuerpo de su hijo que acaba de fallecer en la guerra. Las largas conversaciones entre ellos o las reflexiones de los personajes son algunas de las señas de su director, que tiende a involucrarse en proyectos dispares en los que el amor, la nostalgia o la música son algunos de los temas que aborda. En La última bandera, tres hombres adultos reflexionan sobre la vida y la guerra en un largometraje que pretende mezclar el drama de su tema principal con toques de ironía para hacer más llevaderas las dos horas de metraje.
Los actores Steve Carrell, Bryan Cranston y Laurence Fishburne son quizás el recurso utilizado por el director para llamar al público a ver la cinta. El personaje de Carrell en el papel de víctima frente a los de Cranston y Fishburne, uno como el creyente prudente en contraposición al sincero y atrevido dueño de un bar, son los alicientes para una cinta cuya lentitud acompañada de sus múltiples silencios o constantes sonidos ambiente en los que canciones como el ‘Old Man’ de Neil Young se quedan en el tráiler de la cinta, hacen de La última bandera un largometraje menos destacado en la carrera del director, que sorprende con un discurso patriótico estadounidense que justifica ese sentimiento nacional americano tan repetido en el séptimo arte que extraña ver en una película de Linklater.
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