Las ilusiones perdidas (Illusions perdues, Xavier Giannoli, 2021) narra la historia de un joven poeta que decide abandonar la empresa familiar en la que trabaja e irse de su ciudad natal para probar suerte como literario en París. Su amor por la escritura y esa ilusión que tiene por escribir y dedicarse a ello se ve nublada cuando conoce el lado más oscuro y desconocido de las editoriales y lo difícil que es labrarse una vida en el avaro sector que ha elegido. El largometraje nos lleva a recorrer esa aventura de vida del personaje protagonista en la que la diferencia de clases, la ambición y el título de cada persona cobran importancia y son claves en la historia.

La cinta nos hace ser testigos del cambio personal que puede llegar a experimentar una persona dependiendo de los ambientes en los que se mueve. La evolución de la personalidad y forma de ser del protagonista es lo que nos mueve a seguir viendo esta entretenida comedia dramática en la que el poder del narrador es la fuerza motora de la cinta. Con su sabiduría, reflexiones e ironía, el narrador es quien lleva la batuta y nos ayuda a entender y situarnos en los distintos momentos que vive el protagonista. La cinta describe así la importancia que el ser humano da al estatus social y cómo muchas veces se diluyen nuestras personalidades y objetivos por el camino. Su buena puesta en escena e interpretaciones de su reparto logran hacer que nos adentremos en la inteligente trama tan bien narrada y desarrollada por Giannoli.

En 1837 publicaba Balzac la primera parte de ‘Las ilusiones perdidas’ que aquí adapta al cine Xavier Giannoli en pleno siglo XXI volviendo a contar una historia que no parece estar tan alejada del comportamiento humano que Balzac describió en el siglo XIX. Ese esfuerzo de un joven que se mueve a la gran ciudad en busca de gloria pero que se da un gran tortazo y comienza así a diluirse sus esperanzas cuando descubre cómo es el ambiente de los negocios, lo difícil que es entrar a formar parte de ese mundo y la perversidad que allí encuentra en un lugar despiadado repleto de amistades falsas y marionetas.