La directora Marta Díaz estrena su tercer largometraje rodeada de un reparto repleto de caras conocidas en el que los papeles femeninos son protagonistas. Los buenos modales (2022) narra la historia de dos hermanas que la vida ha distanciado y cuyas familias han seguido caminos por separado debido a ese enfado entre ellas. Sin embargo, el destino hace que los nietos de las respectivas familias se conozcan. Con un relato que nos recuerda en cierta manera a la conocida historia creada por William Shakespeare ‘Romeo y Julieta’, la representación de las historias y sus personajes rememoran todavía más si cabe el cine de Pedro Almodóvar.

La película comienza desde el drama mostrando el entierro del marido de una de las hermanas protagonistas y en ese lugar, somos testigos del enfado que profesan ambas y que funciona a su vez de hilo conductor de una serie de coincidencias que se describen con humor para hacer menos importante el melodrama que arrastra la historia principal. La música del compositor Joan Martorell es determinante para diferenciar los géneros en cada secuencia y a su vez, el relato se ayuda de una banda sonora que completan canciones populares como el famoso ‘Achilipú’ de Dolores Vargas o ‘Lástima, hoy te tengo lástima’ interpretada por Conchita Bautista que acrecientan la comedia y reflexión respectivamente. Apoyándose de primeros planos y resaltando el carácter de sus personajes gracias sobre todo, a las buenas interpretaciones de su elenco protagonista, Los buenos modales consigue agrupar así la diversidad de tonos y temas que se cuentan en esta comedia dramática.

Rencores familiares, malas palabras, secretos que salen a la luz muy tarde, ciertos momentos de culebrón y esa falta de diálogo costumbrista que tanto ansía un perdón y a todo ello, dosis de humor continuas para hacer más llevadera una película que mezcla las vidas y los problemas de dos familias y sus dos cuidadoras que se distinguen claramente por pertenecer a clases sociales distintas. La representación de la soledad también está presente en el largometraje, aunque en un segundo plano la mayor parte del tiempo, para unirse a otros temas de la cotidianeidad que describen sus historias.