Tras la maravillosa Super empollonas (Booksmart, 2019) que fue el debut en la dirección de un largometraje de Olivia Wilde —leer reseña pinchando aquí—, llega ahora su segunda película como directora en la que también es actriz protagonista. No te preocupes querida (Don’t Worry Darling, 2022) relata la historia de una pareja joven que se muda a un barrio nuevo que les permite llevar una vida acomodada dentro de una urbanización aparentemente idílica en la que él es quien trabaja y ella es quien se queda cuidando de la casa y atendiendo las necesidades que requiere su pareja. El paraíso que disfrutan se representa a través de una diversa gama de colores, el orden en todo lo que vemos, cierta perfección de los encuadres y una amplia banda sonora que es clave para ubicarnos en ese mundo superficialmente feliz de esta pareja que vive en los años 50.

Esa nueva vida empieza a ser no tan perfecta para ella que siente el sometimiento que se implanta dentro de ese mundo construido artificialmente en el que las mujeres no tienen permitido salir de esa creación prefabricada y aparentemente insuperable. El sueño americano y ese sentimiento de comunidad empiezan a resquebrajarse en una construcción totalmente controlada por un líder al que todos obedecen. La opresión de las mujeres se ve reflejada a través de una sociedad machista y el abuso de poder que sufren, que nos recuerda que los pequeños avances que se van consiguiendo para llegar a esa deseada igualdad de género pueden desaparecer rápidamente. Y es que aunque el largometraje nos hace viajar a una historia que se centra en una década que se ve lejana hoy en día, los mensajes que traslada Wilde con esta cinta están más vigentes que nunca.

Rodeada de polémica que para bien y para mal ha acompañado a la cinta en su presentación en festivales y en su llegada a los cines, este thriller que navega dentro del thriller psicológico plantea una trama interesante con unas brillantes interpretaciones entre las que la actriz Florence Pugh borda un papel repleto de matices que hacen que el espectador siga con ella esta aparentemente historia ideal y a su vez, gracias a su estética y a una excepcional banda sonora con la música de Mel Tormé, Ray Charles, Brenton Wood, Ella Fitzgerald o The Platters entre muchos otros, completan un largometraje que indudablemente bebe de muchas otras películas que han influido a su directora pero que no por ello desmerece el crédito que sí posee esta cinta.