Antes de ver este drama policíaco es importante situarnos en el contexto de lo que estaba sucediendo en el año 2011 en España. Las manifestaciones del 15M en muchas ciudades como Madrid en la que se desarrolla la historia y la visita del Papa a la capital española convirtieron ese año en caótico y representativo de protestas y visitas. Y en medio de ese caos se desenvuelve el thriller que se relata en Que Dios nos perdone (Rodrigo Sorogoyen, 2016) en el que dos policías investigan una serie de casos de asesinatos a mujeres mayores que parecen tener en común el mismo mantra. Desde su comienzo el sonido y la cámara con secuencias en las que el zoom y los planos cercanos son característicos vuelven a componer y crear las señas particulares del cine del director Rodrigo Sorogoyen.

Lo más característico de este thriller son sus dos personajes protagonistas que a pesar de la humanidad que sacan a relucir en ciertos momentos de la cinta, son personas con más trasfondo que el que vemos a primera vista y sorprenden por el terror que pueden llegar a provocar en el espectador. Interpretados por los actores Antonio de la Torre y Roberto Álamo, estos dos protagonistas de personalidades diferentes chocan por sus distintas vidas y formas de ser pero pronto iremos encontrando ciertos paralelismos que podrán compararse con otros personajes secundarios relevantes en la trama. Con buenas actuaciones de todo su reparto a quienes en su mayoría podemos ver también en la fabulosa cinta El Reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018) —leer reseña pinchando aquí—, Que Dios nos perdone es una mirada a lo no ético y a la crueldad humana. Y es que pese a ser un thriller interesante por su trama y sus personajes a los que se añade un nuevo protagonista en su parte final, son los cortes de la misma historia y esos fragmentos del relato que se han querido contar y destacar los que terminan de configurar una cinta que podía haber sido construida con una media parte de película y desenlace más pretencioso y menos vengativo.