El espectáculo que ofrecen las películas de Christopher Nolan es siempre bienvenido y de ahí el interés que consigue con ellas para que el espectador vaya a una sala de cine sin pensárselo, incluso cuando estamos en medio de una pandemia. Tenet (Nolan, 2020) nos advierte de una posible Tercera Guerra Mundial que el protagonista intenta evitar en 150 minutos de largometraje, en el que el cine de espías se ve algo diferente a lo que estamos acostumbrados, y al que Nolan le ha cambiado su escenario, la forma de visionarlo y le ha aportado cierta complejidad a la historia para diferenciarse de este género y resultar más atractivo a sus espectadores.
La obsesión de Nolan por el tiempo y los espacios temporales y al mismo tiempo, la irrelevancia de los escasos personajes femeninos del británico vuelven a plantearse en su último largometraje. Tenet posee una sublime banda sonora compuesta por el sueco Ludwig Göransoon (quien ya demostró su valía en cintas como Creed, Creed II ó Black Panther) y contiene unas provocadoras escenas de acción que la hacen ser una opción necesaria para ver en una sala de cine. Sin embargo, el enrevesamiento de su relato para que el espectador tenga que juntar las piezas del puzzle, como ya sucedía en Origen (2010), vuelve a ser un mecanismo recurrente que no a todos gusta y que el director repite en su última cinta.
Una imagen de Tenet con John David Washington y Robert Pattinson
Tenet es una superproducción que tiene el interés de entretener al espectador a la vez que desarrolla la obsesión del director con el tiempo y la inversión temporal. La cinta está cargada de unos efectos especiales a los que se ha brindado una especial dedicación para que disfrutemos de sus escenas de acción y no dejemos de perder de vista el desarrollo a pesar de la complejidad de la historia que relata. Sin embargo, lejos queda Tenet de obras maestras de Nolan como Memento (2000) o la trilogía de Batman.
Nota: 6/10
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