Es curioso que los personajes que conocemos en la película sean en su mayoría gente común interpretando sus mismos papeles de la vida real en la gran pantalla. The Rider (2017) es el segundo largometraje dirigido por la directora china Chloé Zhao, quien eligió la verdadera historia del jinete de rodeos Brady Jandreau para que él mismo diera vida en la cinta a este cowboy que tras sufrir una lesión cerebral traumática a causa de un rodeo, se ve obligado a asumir que no puede dedicarse a la que es la pasión de su vida.

Con su verdadero padre, hermana o amigo interpretando y retratando sus propias vidas en The Rider, el protagonista se enfrenta a una búsqueda de su propia identidad con la que sale a relucir la perseverancia del propio ser humano, impulsada principalmente por la rabia e impotencia de no poder hacer lo que más le gusta. El magnetismo del actor protagonista con una interpretación que nos ayuda a adentrarnos desde el inicio en la soledad personal que vive su personaje y en su pasión por los caballos, es secundada por la impresionante fotografía con la que se recrea al relato y por los toques de cine independiente americano que aportan esa conexión humana tan real.

El largometraje comienza mostrando la sensibilidad que profesa el entrenador de caballos, quien empatiza con el animal y demuestra la calma y tranquilidad necesaria cuando está con ellos, pero pronto vemos también el abuso de poder que los humanos hacen sobre los animales con unas técnicas de aprendizaje y enseñanza poco ortodoxas, en los que la película no profundiza, pero que vuelven a cuestionar la falta de humanidad del mundo de los rodeos. The Rider es un western moderno centrado en la búsqueda de la identidad personal de alguien que acaba de experimentar un suceso trágico, cuya historia se rodea de una espléndida fotografía creando sencillez y realismo en la forma de retratar el drama interior de este entrenador de caballos.