Siempre es más fácil analizar la vida del otro y quizás sea por entre otras razones, el hecho de ver esa vida ajena desde fuera. Ese ángulo y perspectiva que tenemos y el hecho de que no somos nosotros los que experimentamos todo ello hace que tendamos a cuestionar más las vidas de otros que las nuestras propias. Al igual que sucede con otras formas de comunicación, el cine nos permite ver esas vidas de otros y cuestionarlas a nuestro antojo. Hay películas que son más dadas a ello y Vida privada (Private Life, Tamara Jenkins, 2018) es una de esas. En este largometraje vemos la vida de una pareja que nos permiten ser testigos de sus problemas y observar la forma en la que los personajes afrontan los dilemas a los que se enfrentan.

Vida privada es el tercer largometraje de la directora Tamara Jenkins, quien sabe dibujar de una manera realista y natural la convivencia de una pareja adulta que recurre a una clínica de fecundación para tener un hijo. Dada la avanzada edad de ambos y un calendario biológico que empieza a hacer funcionar su alarma, la desesperación por tener un hijo y de intentarlo por todos los métodos posibles cambia sus rutinas y aumenta las peleas entre ellos. Con una narración bastante amena para un tema nada sencillo de retratar y que evita llegar al fondo del trauma que relata, la cinta se centra en una pareja convencional que con las fabulosas interpretaciones de los actores Kathryn Hahn y Paul Giamatti nos adentra rápidamente en su historia y en los diversos procedimientos a los que se someten para tener un hijo.

La llegada de la sobrina en la vida de la pareja plantea una nueva perspectiva a la historia y propone una mirada distinta a la situación que viven. Como espectadores, comprobaremos que la concepción de un hijo no solo implica un cambio físico para la madre acompañado de un plan médico repleto de pastillas e inyecciones sino que también es un proceso psicológico complejo para la pareja y un proceso monetario que además del desembolso de dinero, también implica un largo tiempo de espera. Hay cine que te remueve por dentro y que tras su visionado, te deja pensando sobre ello y Vida privada es un ejemplo de esto, un excepcional retrato de la complejidad de las relaciones y de la poca adaptabilidad del ser humano para afrontar lo que nos sucede tal como nos lo ofrece la vida.