Richard Linklater comenzó su carrera en la dirección hace treinta años con el cortometraje Woodshock (Linklater, 1985), en el que mostraba el caos que tuvo lugar en el festival celebrado en los años 80 en la localidad de Austin. Ese fue el inicio de un director que años después mira con nostalgia al pasado y así lo refleja en películas como Movida del 76 (Dazed and Confused, 1993), Boyhood (2014), o la reciente Todos queremos algo (Everybody Wants Some!!, 2016). Esta última se centra en los tres días anteriores al inicio del año universitario de unos jugadores de béisbol americanos que conviven juntos en una casa a principios de los años 80.

El director nos traslada a esa época gracias a su brillante puesta en escena, en la que vaqueros, camisas, peinados, vinilos, coches, casas y recreativos son los protagonistas de la década, y nos adentra en ella gracias a la elección de su banda sonora, recorriendo desde la música disco, el country o el punk con canciones de Donna Summer, Bee Gees, The Knack, Van Halen, Queen, Blondie, Foreigner, Eddie Rabbitt o Pink Floyd. Todos queremos algo sabe reírse de esos años poniendo como protagonistas a unos estudiantes jóvenes que se acicalan cuidadosamente antes de salir de fiesta, que pelean entre ellos por cosas sin importancia o que buscan su identidad en una edad donde creen que siendo jugadores de béisbol son hombres con un futuro que sobresale frente al resto de la humanidad. Y es así como nos deleita con 120 minutos de viaje al pasado en los que vemos un buen reflejo de la sociedad de antes que nos traerá cierta nostalgia y nos hará disfrutar de una adolescencia cargada de amistad, romance, risas y buenos momentos.

«Las fronteras están donde tú las encuentras»