La dificultad que tenía La casa de papel (Álex Pina, 2017) de mejorar dos temporadas que convirtieron a la serie en toda una revolución mundial gracias a la plataforma Netflix podía desesperanzar a muchos espectadores que a pesar de que tenían ganas de volver a ver a la banda reunida, también veían difícil que una trama pudiera convencer y entretener de nuevo a su público cuando su desenlace previo cerraba a la perfección dos temporadas espléndidas.

Cabe destacar en esta temporada la primera secuencia de cada episodio, que nos deja diversos comienzos que por todo lo alto ayudan a coger cada uno con ganas. A su vez, su variada banda sonora magnifica los actos del grupo de atracadores y ensalza la imagen que ofrece cada uno de ellos. El magnífico ‘Lonely Boy’ del grupo The Black Keys, el cover de Muse de la canción ‘Feeling Good’, ‘Rocks’ del grupo Primal Scream, ‘Be my baby’ de The Ronettes, ‘Who can it be now’ del grupo Men at Work o el famoso ‘Guantanamera’ de Compay Segundo ponen ritmo y emoción a algunos de los mejores momentos de la banda.

En esta tercera temporada, Madrid se vuelve protagonista de un nuevo atraco, situando la zona de Banco de España y barrios del centro de la capital como Callao en cómplices de las fechorías de unos atracadores que se han convertido en símbolos mundiales de la resistencia, indignación y escepticismo de la población. A pesar de que esta temporada sigue la misma estructura que sus predecesoras y utiliza los mismos mecanismos para engatusar a los espectadores, la complicidad que se crea entre personajes y público —gracias especialmente a la morriña que tenían muchos de ver reunida a la banda de nuevo—, ayuda a que La casa de papel siga demostrando que puede seguir entreteniendo y gustando a su público. El peligro que corre la serie es alargar un mismo formato sin cambiarlo lo suficiente y dejando que se convierta en un producto homogéneo que acabe cansando al espectador.

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Como curiosidad de esta temporada está la creación de nuevos personajes masculinos frente a la introducción de una sola mujer que se convierte en protagonista por ser seguramente una de las villanas más fuertes, vulgares y perversas que podían haber incluido. A su vez, un aumento en la tensión de la trama pero también en lo predecibles que son sus últimos episodios reclaman la necesidad de una modificación en algunos de los roles y temas a tratar que siguen ensalzando el patriarcado.