Tras una maravillosa primera temporada y una segunda que seguía manteniendo la tensión de esta historia gracias a la majestuosa calma con la que se relata y en ocasiones, la falta de diálogos que obligan a sus actores a interpretar —a veces no con la claridad con la que nos gustaría— sus intenciones y sentimientos; la tercera temporada de la serie británica La caza (The Fall, Allan Cubitt, 2013) vuelve a demostrar que el thriller que envuelve esta historia, el ambiente con el que se recrea haciendo de Belfast la ciudad testigo de estos asesinatos, y las magníficas interpretaciones de sus protagonistas la convierten en una serie soberbia.

Paciencia es lo que se necesita para disfrutar de este drama con toques de thriller psicológico en el que una policía londinesa se traslada a Belfast para resolver el caso de un asesino que estrangula a mujeres y limpia los escenarios de sus crímenes y a sus víctimas sin dejar sospechas. Desde el comienzo, la serie nos muestra las vidas de ambos personajes. Por un lado, la de un hombre de familia que lleva una rutina diaria normalizada como padre de familia de día y asesino de noche, y por otro lado, la de una detective con una vida dedicada a su trabajo, quien se enfrenta continuamente a un mundo mayoritariamente masculino. La inteligencia de ambos personajes, la buena interpretación de los actores Gillian Anderson y Jamie Dornan, y la forma que tienen de retratarnos el misterio de esta historia y de cuestionar los comportamientos de ambos personajes siguen siendo los componentes que hacen de La Caza una serie seductora, provocadora y sencillamente espléndida en sus tres temporadas.