La historia de la escritora suiza Johanna Spyri que Shirley Temple protagonizó en 1937 y con la que muchos recordamos nuestra infancia gracias a la serie japonesa de 1974, vuelve a la gran pantalla con Heidi (Alain Gsponer, 2015), una película alemana sobre la historia de la pequeña huérfana que vive entre la naturaleza y la burguesía derrochando bondad y felicidad por donde pasa. El comienzo de esta nueva versión muestra una fotografía soberbia que se va repitiendo a lo largo de la cinta, y que hará de los Alpes un destino insólito y sensacional que enmarcará la historia de la protagonista, y la hará más bella si cabe.

Con una narración sencilla, Heidi nos recuerda las maravillas que la vida nos regala, lo poco que necesitamos para ser felices y la importancia de rodearse de gente buena. Y es que Heidi tiene la suerte de contar con la sabiduría de dos abuelos que, aunque viven en mundos opuestos, muestran una generosidad y una ternura muy necesaria en los tiempos que corren, que parece que la humanidad está perdiendo con el paso del tiempo. El largometraje retrata una historia de superación y aprendizaje que nos hará recordar a los míticos personajes que acompañan a la niña, a la vez que disfrutamos del filme como si de un nuevo relato se tratara, gracias especialmente a su grandiosa fotografía y a las interpretaciones del reparto principal.

«Si hay algo que te alegre en la vida, entonces tienes que hacerlo, no importa lo que te diga la gente» (consejo de la abuela)

«Tú misma debes decidir si confías en lo que ves o si vas a creerte lo que dicen los demás»
(consejo del abuelo)


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