Es fascinante no saber lo que te vas a encontrar en cada episodio de la serie Black Mirror (Charlie Brooker, 2011) y sin embargo, sí saber que lo que vas a ver no te va a dejar indiferente y seguramente te hará replantearte algún tema en particular de entre los que trata la serie de Charlie Brooker. En la mayoría de los episodios de las temporadas que hemos visto hasta ahora, la serie gira en torno a temas que hablan sobre la repercusión de las redes sociales, internet, la sociedad, los cambios que tan rápidamente estamos adaptando a nuestra rutina o el futuro que está por venir. Black Mirror nos presenta de un modo crítico y generalmente llevado al extremo, historias que utilizan la ciencia ficción para mostrarnos la realidad en la que vivimos o a la que nos estamos dirigiendo.

Si las dos primeras temporadas dieron mucho que hablar, esta tercera temporada no iba a ser menos. Seis capítulos muy diferentes entre sí que de forma independiente hacen una crítica a la sociedad actual tan enfermiza con las redes sociales o los videojuegos y que nos muestra el cambio del ser humano que cada vez se está convirtiendo en alguien menos humano. Además, nos hace reflexionar sobre el uso de clones y la tecnología pero sobre todo, hay un capítulo en concreto que no dejará indiferente a nadie. Quizás sea el mejor capítulo de esta temporada, San Junipero, la historia que nos hace volver a los años 80 y que al principio nos hace pensar que estamos viendo una mezcla entre un capítulo de Caso Abierto (Cold Case, Meredith Stiehm, 2003) y CSI, y finalmente nos descubrirá una trama con una cuestión muy interesante que no desvelaré aquí para que no dudéis en darle una oportunidad a esta serie si no la habéis visto todavía, o a este episodio si es que os apetece adentraros en San Junipero.


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