Antes de que se realizara la miniserie de televisión Bellas Artes —leer reseña pinchando aquí—, sus directores estrenaron una película que parece haber sido la inspiración de lo que después fue la serie. En Competencia oficial (Gastón Duprat y Mariano Cohn, 2021), un octogenario millonario cumple años y no quiere morir sin dejar obras a su nombre que recuerden su persona, y como el dinero lo mueve todo, tras escribir un libro, quiere que se haga una película por todo lo alto. Competencia oficial describe los ensayos previos al rodaje de la película que realiza una exigente directora con dos actores que son muy distintos entre sí. Por un lado, un actor más joven y creído que está demasiado idiotizado por la profesión, y por otro lado, un actor más mayor que reniega de su profesión y no parece estar tan metido en el embelesamiento de la tontería que mueve la fama.

Con un escenario moderno que recuerda al museo de la serie Bellas Artes, la excentricidad de sus personajes protagonistas y ese tono de comedia negra que se remarca en los diálogos —entre los que destaca especialmente el personaje de Oscar Martínez que después veremos como director del museo en la miniserie—, Competencia oficial utiliza a menudo planos de cerca que nos llevan a centrarnos en la personalidad de sus personajes, y a sentir esa crítica que realizan sus directores sobre el ego de las personas dentro del mundo del cine pero también dentro del mundo empresarial, y a lo absurdo que rodea a este tipo de personas con las vidas que llevan.

La hipocresía del ser humano sale a relucir a menudo y así el circo de la vida misma. Siendo muy graciosa en la primera mitad de la cinta, al largometraje le sucede lo mismo que a la miniserie, comienza muy arriba y va perdiendo su grandiosidad a mitad de historia, pero no por ello pierde la atención del espectador para saber qué desenlace nos tiene preparados.


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