Aunque Elvis es el protagonista indiscutible de la historia, que el director Baz Luhrmann sea quien lleve de la mano este proyecto nos anima a ver una cinta cuya combinación de ambos ingredientes quiere ser un largometraje explosivo. El director de Romeo + Julieta de William Shakespeare (Williams Shakespeare’s Romeo and Juliet, 1996), Moulin Rouge (2001) o El gran Gatsby (The Great Gatsby, 2013) se pone bajo los mandos de Elvis (2022) para contar la historia de vida de Elvis Aaron Presley que en el filme es narrada y relatada por el personaje del mánager del artista que se dirige a los espectadores y nos hace partícipes y cómplices de lo sucedido al cantante, queriendo así construir una idea de la personalidad de Parker en los espectadores. La historia del cantante se relata conjuntamente con el relato de Memphis y los asesinatos de la época que marcaron esos años, la importancia de figuras como su madre, su mujer Priscilla y su hija Lisa Marie así como el racismo de la sociedad que también se encontraba en la industria musical.
Desde el inicio de la cinta, la característica principal es el exceso de todo. La multitud de planos en una misma secuencia, el ritmo con el que esos planos y secuencias cambian continuamente y el colorido constante de sus imágenes nos introducen rápidamente en la historia. A pesar de ser particularidades del cine de Luhrmann que ya hemos visto antes, aquí da la impresión de que el director quiere construir la casa por el tejado. La imagen de Elvis es ya grandiosa de por sí y el filme da la impresión de querer aumentar el prestigio de este artista convertido ya en leyenda por su dramática y temprana muerte con tan solo 42 años. Sorprende también que aunque en gran parte de la cinta la historia se vea desde los ojos y visión de Tom Parker, se combine también con momentos de la vida de Elvis que parecen alejarse de la mirada constante del mánager, dejando una composición desigual. La relación Parker-Presley está siempre siendo analizada en la cinta y parece tener como propósito culpabilizar a Parker de la muerte de Elvis por la continua manipulación del mánager al artista, forzándole a trabajar para él, usándolo a su antojo y sabiendo siempre cómo llevarle a su terreno.
De lo que no cabe duda es de la excepcional interpretación que realiza el joven actor Austin Butler dando vida al propio Elvis y con la que sería una pena que finalmente el reconocimiento se lo llevara Tom Hanks con un papel en el que tiene más protagonismo su maquillaje y puesta a punto que la interpretación del actor. El espectáculo está asegurado en Elvis pero un espectáculo lleno de excesos, exageración y que parece tener como propósito la exaltación —aún más— de la imagen del artista. Asimismo, su duración de 159 minutos es un lastre que va en su contra, a pesar de una fabulosa puesta en escena para un largometraje que se pierde en su mensaje y que no termina de llegar al espectador.
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