Black Box Diaries, el caso de Shiori Ito en una sociedad y sistema caducos

¿Por qué seguimos respaldando al violador sexual y no a la mujer que ha sufrido esa violencia? ¿Por qué como sociedad apoyamos al poderoso para que sus delitos queden impunes y miramos con malos ojos a quien tiene la valentía de denunciar esa violación? Con el caso que sufrió la joven periodista Shiori Ito que ella misma documenta y dirige en el documental Black Box Diaries (2024), volvemos a hacernos estas preguntas que demuestran que, a pesar de los nuevos casos que siguen saliendo a la luz cada año de mujeres que no se esconden y denuncian a los hombres que las han violado, una gran parte de la sociedad sigue mirando con mejor cara al violador que a la mujer que ha sufrido el daño.

El esfuerzo tan enorme que hay que hacer contra un sistema entero que no apoya a una persona que ha sufrido violación y que parece ser un hecho generalizado en el mundo —no sin embargo el apoyo incondicional que tiende a llevarse el violador—, demuestra el camino de terror, la falta de respaldo y la valentía que requiere la persona que denuncia para seguir un proceso que tendrá muchas piedras en el camino y requerirá muchos años de burocracia y procesos legales. El juicio al que la sociedad somete a la denunciante desde el primer momento, así como el respaldo que se mantiene hacia el denunciado, nos hacen ver que como sociedad tenemos un problema si no dudamos al menos de los hechos que relata una persona y sin embargo, sí creemos a la otra persona, a pesar de que tenga una denuncia por un delito de violencia sexual. Y ese problema que parece ser un denominador común en las sociedades, es consecuencia de distintos sectores que hacen que esto sea posible. Desde la parte política, pasando por los medios de comunicación y terminando en el ciudadano de a pie.

A través del visionado de Black Box Diaries, somos testigos del enorme trabajo, esfuerzo físico y mental que ha vivido Shiori Ito durante los últimos años de su vida. Con una documentación exhaustiva y un trabajo de investigación personal, seguimos de cerca a través de vídeos caseros y grabaciones de voz, lo que ha supuesto para ella todo este camino emocional tan dificultoso para intentar que la legislación de su país cambie en materia de delitos de violencia sexual. Un trayecto de soledad y sufrimiento para luchar contra una injusticia que aunque no esté recogida en la legislación como delito, no por ello deja de serlo. Este procedimiento judicial refleja la comodidad y la existencia del abuso de poder que ejerció y se le concedió con el respaldo de todos, a un político que drogó, violó y destrozó la vida de una mujer.


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