El director Ken Loach nos sitúa al norte de Inglaterra en el año 2016 con una presentación de audios y fotografías que dan paso a la incómoda bienvenida que recibe un pequeño número de refugiados sirios por parte de un grupo de jóvenes locales. En ese encuentro que muestra la tensión que allí se vive, ya que todos no aceptan por igual la llegada de gente extranjera, conocemos al dueño del único pub que queda abierto en el lugar y a una joven fotógrafa siria que llega junto a parte de su familia. El viejo roble (The Old Oak, 2023) narra la historia de un hombre de mediana edad que vive junto a su perra adoptada en la ciudad inglesa y tiene una situación de vida complicada, en el bar escucha los comentarios racistas y el comportamiento inapropiado de parte de los ciudadanos que suelen ir allí a desahogarse, mientras que por otro lado, ayuda en lo que puede a los refugiados sirios que han llegado sin nada a un país desconocido para ellos.

Este drama rural que está lleno de realidad y muestra los dos tipos de sociedad que encontramos en el mundo —quienes ayudan a otros de forma altruista y quienes hacen la vida imposible a quienes llegan de fuera—, nos lleva a empatizar rápidamente con su personaje protagonista, interpretado de forma magistral por el actor Dave Turner, y con esta historia cargada de humanidad que nos mostrará los distintos tipos de personalidad que podemos encontrar en la sociedad. La fotografía sirve en el relato para recordar a los locales la historia pasada de su ciudad, y con la variedad de personajes secundarios que se ven en la cinta, seremos testigos de que quienes olvidan la historia o ni siquiera conocen las experiencias que vivieron sus padres o abuelos, y a los que se añade una situación personal que no es afortunada, son personas que prefieren mirar al de enfrente y crear más problemas, antes que solucionar los suyos propios.

El viejo roble resalta características que parece que el siglo XXI nos está haciendo olvidar, y por eso es tan importante visionar este largometraje. El compañerismo, la solidaridad y la ayuda al otro se convierten en realidad y acompañan a la escucha, la reflexión y la empatía hacia otros seres humanos. Ken Loach hace protagonista a un personaje lleno de matices y roturas debido a las experiencias vividas a lo largo de su trayectoria personal pero que al fin y al cabo, es un hombre con bondad y compasión. Al mismo tiempo, se sirve de ese reparto de secundarios para retratar a una sociedad en la que son los mayores quienes recuerdan a los jóvenes lo que vivieron en su época, y cómo ellos están volviendo a repetirla sin querer darse cuenta de ello. El odio que se ha asentado en muchas ciudades y que estamos aceptando sin cuestionarlo se ve con claridad en esta historia que aguarda una recomendación, «quienes comen juntos, permanecen juntos».