Para aquellos que ya habéis visto I’m here (2010), el mediometraje de Spike Jonze que narra la historia de amor entre dos robots, habréis podido comprobar como ambas producciones —I’m here y Her (Spike Jonze, 2013)— comparten teorías parecidas. Y es que Spike Jonze no sólo nos traslada a lo que puede ser el futuro que está por llegar a nuestras vidas, sino que además está empeñado en hacernos creer que la tecnología del futuro se parecerá más al ser humano, pudiendo así sentir y sufrir como lo hacemos nosotros. Es por ello que en ambos filmes se muestran historias de amor en las que, o el ser humano es cada vez un ser más tecnológico, o la tecnología desarrolla unos comportamientos y formas de ser similares a las de los humanos.

En Her, el personaje protagonista interpretado por Joaquin Phoenix también nos hace reflexionar sobre dos tipos de miedo: por un lado, el miedo a amar, a una relación, a un compromiso; y por otro, el miedo a esa inseparabilidad que tenemos de la tecnología y al mundo que está construyendo a nuestro alrededor. Y es que estamos conviviendo tan de cerca con ella en nuestro día a día que para bien o para mal, la tecnología nos está cambiando. La pregunta es, ¿tanto como para que podamos enamorarnos de un sistema operativo?. Si lo pensamos detalladamente, de alguna forma ya estamos «enamorados» de ciertos dispositivos tecnológicos con los que convivimos diariamente porque no podemos vivir sin muchos de ellos pero, ¿hasta dónde vamos a llegar y cuál es el futuro que está por venir? ¿Es Her la representación del mundo en el que vivirán nuestros hijos?.


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