Cuando una persona cercana fallece y volvemos a los lugares en los que hemos estado con esa persona, nos damos cuenta de que todo lo material sigue ahí y en muchas ocasiones, suele estar tal y como estaba cuando estuvimos con ella, y por un momento, nos parece que nada ha cambiado. Sin embargo, esa persona que estaba allí con nosotros hace un tiempo, ya no está ahora. Si nos referimos a la casa familiar, lo que recoge dentro de ella son todos esos recuerdos del pasado. Y entrar en esa casa significa recuperarlos. La casa (Álex Montoya, 2024) es la adaptación de la novela gráfica de Paco Roca que relata la historia de tres hermanos que se reúnen de nuevo en la casa del pueblo que perteneció a sus padres para limpiarla y ponerla a la venta.

Si algo tiene admirable esta película es su mirada a los pequeños detalles. Imágenes que se paran a observar objetos o partes de la casa como unas zapatillas o una mesa en la terraza, y que, a pesar de ser objetos materiales, simbolizan un gran número de anécdotas que se nos vienen a la cabeza cuando una persona querida ya no está entre nosotros. Esos momentos de la vida se convierten en recuerdos que apreciamos haber vivido, y que significan más para nosotros ahora de lo que lo hicieron entonces. Gracias a esa mirada y apreciación hacia los pequeños detalles de la vida que nos rodea y que realiza su director, se construye esta historia que se siente tan cercana y real, seguramente porque quienes hayamos tenido la suerte de tener una casa en el pueblo y la hemos disfrutado rodeados de nuestra familia, con el paso del tiempo nos sentimos más contentos de haber creado tantos recuerdos allí, y hasta puede que pensemos en conservar o vivir en esa casa en un futuro.

Las buenas interpretaciones del elenco consiguen que la historia se sienta muy próxima, y el montaje de la película construye con esos flashbacks al pasado los pensamientos de esos familiares que ahora están pensando en deshacerse de la casa para que sean otros quienes la disfruten. Las rencillas entre los parientes salen constantemente a relucir en esos días que pasan juntos en la casa del pueblo, y vemos cómo se agravan ahora al tener que afrontar esta nueva situación. Esa mirada hacia lo que nos rodea y que nos sitúa en medio a las personas consigue hacer que La casa nos emocione durante el metraje, y esta pequeña historia familiar se haga grande cuando la veamos.