Sorprende que la RAE no haya incluido una palabra como “escort” en su diccionario, pero sí contemple sinónimos de la palabra prostituta tales como “pelandusca”, “fulana”, “ramera” o “furcia”. En cualquier caso, la película que se estrena pronto en cines hace referencia a este tema, y no precisamente a la contratación de una escort femenina. Reflejos en una habitación (Ceres Machado, 2024) nos relata el encuentro en una habitación de hotel de dos personas de distintos sexos, entornos sociales y económicos, y con una diferencia de edad evidente. Una mujer contrata un servicio de escort con un hombre que ya conoce pero que, en el día de la cita, él no puede acudir por un problema personal, y termina asistiendo otro compañero que también es de su barrio. La evolución de la historia y el cambio de rumbo que comienza a tomar es lo que nos invita a quedarnos a verla.

Aunque el largometraje recuerda mucho a la película Buena suerte, Leo Grande (Good Luck to You, Leo Grande; Sophie Hyde, 2022) —leer reseña pinchando aquí—, ya no solo por el tema de la prostitución y de que sea una mujer más mayor la que contrata un escort que resulta ser un hombre más joven, sino también por el desarrollo del relato y el mensaje que transmite; también tiene pequeños detalles que recordaremos de otras películas como Pretty Woman (Garry Marshall, 1990). Sin embargo, nada que ver con esta última y con un cambio de roles protagonistas a los que tuvieron entonces Julia Roberts y Richard Gere, los actores Adriana Ozores y Alejandro Vergara consiguen la difícil tarea de mantener al espectador atento cuando prácticamente todo el filme se desarrolla en el mismo escenario y posee un reducido elenco de personajes.

Reflejos en una habitación es un drama que, aunque en un inicio pueda parecer que sabemos en todo momento lo que va a suceder, la historia consigue llevarnos por distintos debates internos siempre consiguiendo que sintamos la complicidad de ambos personajes. La intimidad entre dos desconocidos, el desarrollo de su historia siendo dos extraños que pertenecen a mundos opuestos, y la naturalidad con la que evoluciona esta historia consigue hacer que el primer largometraje de la directora Ceres Machado tras la realización de varios cortometrajes sea admirable.