Gambito de dama (The Queen’s Gambit, Scott Frank & Allan Scott, 2020) se ha convertido en la serie más vista de la plataforma Netflix con más de 62 millones de visionados. La historia de la joven prodigio del ajedrez Beth Harmon que creó el novelista americano Walter Tevis en la década de los ochenta, ha hecho que la maravillosa miniserie de Frank y Scott haga resurgir la emoción y entusiasmo por el ajedrez en el siglo XXI para muchos de los que han disfrutado de esta miniserie compuesta por tan solo siete episodios.

La actriz Anya Taylor-Joy da vida a una joven huérfana que entra en un orfanato tras un dramático pasado y descubre el mundo compuesto por 64 casillas que componen el ajedrez. El entretenimiento del juego le ayuda a evadirse de los problemas y le hace disfrutar y querer seguir aprendiendo tras ver las múltiples posibilidades que se esconden en este juego de mesa. Taylor-Joy consigue hacernos ver el crecimiento personal y profesional de su personaje en las distintas etapas que vive, su pronta madurez y traslada esa emoción de su personaje al propio espectador.

La humanidad que relata esta historia que describe la vida de una mujer con un don para un juego que llevado al mundo competitivo profesional de los años 60 está compuesto mayoritariamente por hombres, y la rivalidad tan noble y honrada de sus jugadores consiguen que con su espectacular estética, la cuidadosa puesta en escena que compone la miniserie, la multitud de temas que aborda —y denuncia— y el viaje a países como Francia, Rusia o Estados Unidos de los años 60, consigamos adentrarnos en una historia que puede resultar dramática en sus primeros episodios pero consigue atraparnos y emocionarnos con el soberbio cierre a un fabuloso relato guiado por una excelente interpretación.


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