La proposición (The Proposal, Anne Fletcher, 2009) es una de las muchas comedias románticas que se popularizaron a principios del siglo XXI. Sandra Bullock da vida a la explosiva jefa y mujer de hierro que después se iría descubriendo que tenía sentimientos, y Ryan Reynolds era el joven asistente en la empresa que perseguía sus sueños por difíciles que fueran saliendo de la ciudad que le vio nacer.
Una pareja de guapos y jóvenes protagonistas que hacían cómplice al espectador del secreto que solo ambos conocían. Esto les lleva a mentir al resto de personas, a meterse el uno con el otro porque no se soportan, y a que se inicie así un acercamiento romántico cuando se empiezan a conocer fuera de la empresa.
Entre estereotipos y paisajes de ensueño
Los estereotipos estaban una vez más ahí durante cada secuencia para crear ese tipo de comedia tan típica de Hollywood. La historia, de nuevo, es la de una familia y una mujer en la que las dos partes poseen un alto poder adquisitivo. Los escenarios son, de nuevo, paradisíacos. La casa de los padres del protagonista o los paisajes de Alaska terminan de dar forma a un romance que pretende ser idílico.
Sandra Bullock está, de nuevo, perfecta y la vemos siempre maquillada, peinada y bien vestida —aunque es evidente el cambio de look que va teniendo lugar cuando quieren que se convierta en una chica más corriente—. Y también, los desnudos están ahí y la cámara sexualiza a la mujer una vez más, y no al hombre por atractivo que sea y por desnudo que salga como sucede aquí.
Los momentos de humor son recurrentes y aparecen para potenciar esos extremos tan característicos que tienden a darse en las comedias románticas. Y, aunque es un romance más que nos dejó el cine en el siglo XXI, la comedia es la que más acierta en esta película. Sandra Bullock demuestra que no hay género que se le resista, y aquí destaca principalmente por el humor que consigue transmitir a través de su personaje.
La fórmula del amor rápido en el cine romántico
La proposición tiene desde el inicio una historia que, de primeras, es bastante artificial por esos extremos en los que se mueve. Se pasa del odio al amor en tres días. También es un tanto grotesca por la frialdad de ella al querer conseguir ese propósito por un lado, e igualmente en él al aceptar la propuesta de cometer un delito juntos. Y es que, pensar que en tres días no solo va a haber un cambio de sentimientos radical hacia el otro sino que, esa persona fría se va a convertir en un ser de luz hace que todo resulte demasiado falso.
Estas comedias románticas de las últimas décadas nos hacen creer que la perfección está ahí y se va a conseguir en poco rato. Porque lo que le falta a los protagonistas al inicio, lo van a tener al final de la cinta. Y, aunque ya al comienzo tenían unas vidas con cierta perfección en todas ellas, cuando llega el final han logrado lo único que quizás les faltaba para que tuvieran la perfección en todos los ámbitos. Ya bien sea en lo físico, en lo material o en lo sentimental, nos quieren decir que al final de la película, sus personajes tendrán el pack completo.
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