Lo último de Joachim Trier tras la brillante La peor persona del mundo (2021) ha llegado este año con críticas que dicen que es la película del año. El director vuelve a desarrollar un drama familiar como ya hizo en El amor es más fuerte que las bombas (2015), y consolida sus marcas de identidad en Valor sentimental (2025).
Esta historia nos lleva a empatizar con los tres personajes principales y con la relación tan particular que hay entre ellos. Como en sus anteriores, reflexiona sobre el paso del tiempo y los momentos de vida que vive cada uno.
Una casa marcada por la memoria familiar
La fascinante casa que vemos en la cinta es la protagonista de unas historias que tienen lugar en este escenario. Somos testigos del reencuentro de dos hijas con su distante padre en el hogar en el que convivieron unos años juntos antes de que el patriarca abandonara la vivienda cuando se separó de su mujer. El padre es un director reconocido que le ofrece el papel protagonista de su próxima película a su hija, quien tiene una carrera consolidada como actriz.
Con su particular manera de grabar con esos bloques que funcionan como capítulos en los que divide la cinta, Trier nos lleva a descubrir momentos del pasado que nos ayudan a entender la situación actual que viven. La falta de entendimiento y conexión humana así como la barrera emocional que separa a los personajes ya la hemos visto en sus anteriores películas.
Aquí vuelve a desarrollar esos temas con un notable trío de actores. La interpretación de Renate Reinsve vuelve a ser brillante, y también lo es la de su compañera Inga Ibsdotter Lilleaas. Las secuencias entre ellas y las que tienen junto a Stellan Skarsgärd nos dejan conversaciones humanas que son lo mejor del filme.
Cine dentro del cine y capas de ficción
La banda sonora vuelve a ser un recurso con el que el director destaca varias de sus secuencias, aunque no hay tantas canciones en Valor sentimental como hubo en La peor persona del mundo. Sin embargo, algunas como «I’m alive» de Johnny Thunder, «Cannock Chase» de Labi Siffre o «Dancing girl» de Terry Callier elevan ciertos momentos en la película. Con la parte del cine dentro del cine que mezcla realidad y ficción dentro de la historia de ficción se deja tiempo de reflexión al espectador y nos adentramos en la creación de una película.
Ese momento al inicio en el que el título aparece cuando nos acaban de explicar que la casa está inclinada por un pequeño fallo en la estructura y se aprecia el resquebrajamiento de la casa por dentro es una buena introducción de lo que viene. Y es que Valor sentimental se parece en muchos aspectos a sus anteriores filmes. El director sigue profundizando en las relaciones padre-hijo en las que ya hablaba en sus dos películas previas.
Sin embargo, en este caso, el haber sido elevada la cinta a la categoría de una de las mejores películas del año ha ido en su contra esta vez, y ha hecho que el listón estuviera demasiado alto. Tanto, que no se siente así cuando la vemos, pese a lo buena película que es.
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