La última sesión de Freud, una charla entre intelectuales

Viajamos hasta un año de la historia muy significativo, 1939. Dos días después de la invasión alemana a Polonia, el padre del psicoanálisis Sigmund Freud recibe la visita del escritor británico C. S. Lewis en su casa de Londres, y ambos conversan sobre sus respectivos trabajos y otras cuestiones de la vida. La última sesión de Freud (Freud’s Last Session, Matt Brown, 2023) sirve como mirada a los últimos días de vida del médico cuando ya estaba enfermo, pero seguía manteniendo una capacidad de razonar y buen humor envidiables, que acompañaban a su vez a la decepción que sentía al ver que el ser humano cometía de nuevo los mismos errores y el mundo volvía a entrar en guerra.

La idea que plantea esta cinta es verdaderamente atractiva. El mero hecho de presentar a dos intelectuales razonando sobre distintos asuntos en los que ambos tienen puntos de vista diferentes es tan apetitosa, que una gran parte de la película está ya ganada. La misma fantasía en la que se basa esta posible reunión entre ambos pensadores es la que utiliza su director para recrear ciertos momentos de ensoñación de los personajes en los que se centra, que no solamente son Freud y Lewis, también son relevantes Anna Freud, hija del doctor que centró su investigación en la psicología infantil, y su compañera de trabajo y pareja, Dorothy Burlingham. Sin embargo, el filme peca de no saber encajar el encuentro entre ellos y los distintos momentos de las historias que quiere contar dentro de la narración, y ello hace que como resultado, no haya una buena base sobre la que se sustenta todo.

Las interpretaciones de Liv Lisa Fries en el papel de Anna Freud, Jodi Balfour como Dorothy Burlingham, Anthony Hopkins en el papel de Sigmund Freud y Matthew Goode como C. S. Lewis, nos ayudan a imaginar cómo fueron estas personas, y nos dejan para el recuerdo diálogos y momentos de diferencias de opiniones entre los personajes que merece la pena ver. Todo ello pese a que su relato, en el que las partes en las que se divide la narrativa y su montaje no consigan que La última sesión de Freud sea lo cautivadora que podía haber sido, y su resultado final no sea el deseado.


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