Una de las últimas cintas más recordadas del director David Lynch tras el éxito de sus primeras producciones entre las que destacan Cabeza borradora (Easerhead, 1977), El hombre elefante (Elephant Man, 1980), Dune (1984), Terciopelo Azul (Blue Velvet, 1986) o Carretera perdida (Lost Highway, 1997), es indudablemente Mulholland Drive (2001). En ella se narra la historia de una inocente joven que llega a Los Ángeles con el sueño de convertirse en una famosa estrella de cine, y que inesperadamente se encuentra en su casa a una mujer que acaba de sufrir un accidente con el que no recuerda nada.

Acostumbrados al cine de Lynch en el que la lentitud de la narración dota de paciencia al espectador, saboreando así escenas que van desde el surrealismo más inesperado hasta un toque erótico inimaginable que juega constantemente con los silencios que nos hacen disfrutar de las interpretaciones de los personajes —las cuales en este caso bordan las actrices principales—, así como del suspense creado por la música ambiente que acompaña a la historia hasta su final, todo ello favorece a que el thriller perdure hasta su desenlace. Ese es el toque tan personal del director, que le distingue de una manera pretenciosa y particular gracias a la creación de dramas psicológicos como el de esta película, por el que seguramente habrá alguna escena que no quedará del todo clara para el espectador, pero que en cualquier caso, conseguirá que la cinta se mantenga en nuestra memoria igualmente.

⇓ SPOILERS A CONTINUACIÓN ⇓

La vida es un sueño y a veces, de sueños se vive.


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