Cuando vemos las noticias o nos informamos a través de las redes sociales que estos días nos muestran vídeos escalofriantes de la matanza de humanos por otros humanos no imaginamos lo que es vivir una guerra desde dentro. Es difícil también comprender lo que debe costar dejar a tu familia sin saber si volverás a verles más y tener que huir a un país distinto y rehacer tu vida. Es complicado llegar a entender lo que es vivir con miedo de que incluso viviendo en otro país, sigas sufriendo la violencia de otros seres humanos simplemente por ser tú mismo. Aunque intentemos empatizar con todo ello es difícil que lleguemos a entender lo dura que puede ser la vida contigo cuando cada día es un reto y la incomprensión, egoísmo y fanatismo de otros es la fuerza dominante que no tiene piedad ni sentimientos humanos. La cinta de animación Charlotte (Tahir Rana & Eric Warin, 2021) nos hace comprender mejor todo ello a través de trazas y dibujos que retratan la vida de la joven pintora alemana Charlotte Salomon.

La vida de Salomon comienza en Berlín y se va desarrollando en su huída a Francia escapando del nazismo alemán que repudiaba y asesinaba a judíos como ella. A través de su pasión como pintora, Charlotte dibuja todas sus vivencias desde sus recuerdos pasados hasta los que tuvo poco antes del final de su vida. Mientras conocemos el recorrido que hizo la joven así como su historia familiar, en esta cinta se nos da la oportunidad de empatizar con ella y comprender las dificultades de vivir dentro de una guerra siendo carne de cañón para los asesinos, pero también comprendiendo el problema de vivir en otro país como refugiada cuando el conflicto también comienza a verse en el país que le acoge. Gracias a Charlotte resultará más fácil comprender las guerras presentes que siguen teniendo lugar hoy en día en las que el caos, el terror y el miedo son frecuentes para quienes intentan sobrevivir en ellas.

Charlotte describe la belleza de las pinceladas de los retratos que la joven traza pero a su vez, también la tristeza de esas experiencias y momentos de una dureza indescriptible que ella sabe dibujar con personalidad y carácter. La animación aporta color y alegría a un relato dramático que merece la pena verse para darnos cuenta de los errores que seguimos cometiendo los seres humanos cada día. El arte sirvió a Charlotte Salomon para retratar una vida complicada y ese mismo arte debe seguir haciéndonos comprender —una vez más— que no hay violencia justificada ni guerra necesaria por mucho que tantas personas nos intenten convencer de lo contrario.


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