“Quien tiene la pluma escribe la historia”. Habría que recordar a muchos esta frase que parecen querer olvidar solo porque sus nombres aparezcan en la portada de un libro y eso sea eso lo único que han escrito de este. Sidonie-Gabrielle Colette fue la autora de aclamadas y polémicas novelas que ella escribía de manera autobiográfica y publicó su marido con su nombre durante gran parte de su carrera. La película Colette (Wash Westmoreland, 2018) relata la historia de la novelista desde que conoce al autor Henry Gautheir-Villas cuando todavía vive con sus padres en el campo, y describe la relación matrimonial que mantuvo con él, y que pronto se convirtió en una relación empresarial que sorprende para la época en la que tuvo lugar —finales del siglo XIX y principios del siglo XX—.
El largometraje nos descubre a un hombre que contrataba a otros hombres para que escribieran novelas con las que después él se llevaría el mérito, la autoridad y los beneficios. Y es que, no solo sacaba provecho con esa reputación falsa, también con la gestión que hacía a su antojo del dinero que ganaba de esa manera. Lo que más cautiva de la cinta es el personaje de Colette, interpretado por una fabulosa Keira Knightley, que gracias a los consejos de su madre empieza a creer en sí misma, enfrentarse a los problemas que le llegan en la vida y luchar por sus sueños. A pesar de venir de un entorno de pobreza al haber crecido en el campo, consigue desenvolverse bien dentro de la alta sociedad parisina que conocerá cuando se muda a París. Colette demuestra ser una mujer trabajadora que dedica numerosas horas a la escritura, y aunque no lucha tanto por lo que es suyo como nos gustaría, sabe madurar y darse cuenta de lo que puede llegar a ser la vida. Es interesante esa transformación que vemos de su persona, su adaptabilidad para los cambios, y la evolución en su forma de pensar que va teniendo lugar cuando conoce a otras personas y otras realidades distintas a la suya.
Colette es un largometraje entretenido que nos descubre a una figura de la literatura francesa que revolucionó con lo innovadoras que fueron sus obras —aunque durante muchos años no se reconociera su autoría—, y a una mujer que destacaba entonces y destacaría ahora con su forma de pensar y actuar tan adelantadas a la época. Aunque Colette está basado en una historia real, recuerda en cierta medida a La buena esposa (The Wife, Björn Runge, 2017), y a esa estupenda interpretación de Glenn Close como la mujer y escritora fantasma de su marido, quien se llevaba todo el mérito del trabajo que realizaba su mujer. A pesar de que la cinta de Björn Runge es un relato ficticio, el tiempo sigue descubriendo muchos casos en los que el mérito del trabajo de una persona se lo ha llevado otra gratuitamente.
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