El mundo está lleno de locos. Hombres que pegan a mujeres, que las matan y que olvidan que una mujer les dio la vida y no lo hizo precisamente para que sus hijos maltrataran o asesinaran a otras mujeres. Hombres que se aprovechan de la condición que les da la naturaleza al poseer una fuerza superior a la que tienen las mujeres. Sin embargo, hay mujeres que consiguen trabajar con constancia y tesón para ganar esa fuerza que les iguala o incluso supera a la fuerza que pueden tener los hombres. Lo que muchos no saben es que esas mujeres pueden estar sedientas de venganza y eso es lo que vamos a ver en Sangre en los labios (Love Lies Bleeding, Rose Glass, 2024), un increíble descubrimiento de película que parece tener los ingredientes clave de las películas de Quentin Tarantino u otras como la mítica Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) pero que en este caso, convierten a una mujer culturista en la heroína de la historia.
Con una fotografía brillante y un juego de luces y colores en la oscuridad que hace que deslumbre y resalte el relato que desarrolla, Sangre en los labios narra la historia de amor y pasión de dos almas perdidas en los que la injusticia se sacia a través de la venganza de una mujer. El problema que supone la fuerza descontrolada que tanto vemos en hombres cada día, se mira aquí a través de una mujer protagonista a la que la combinación de drogas y ejercicio le aportan un poder y dominio que la convierten en imparable. El resultado del enamoramiento y pasión entre estas dos mujeres logrará proporcionar la energía y el empuje a esta protagonista en este cuento fantástico con toques realistas pero también en este crimen con mucha sangre —como ya adelanta su título—, que supone toda una cinta de entretenimiento en la que la venganza a base de violencia viene perpetuada por una mujer.
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