Once años después del estreno de Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) recordamos una cinta que a pesar de haber sido realizada por un director bastante desconocido, la fama del actor Ryan Gosling pudo ser una de las razones por la que la película llegó a más público de todo el mundo. Con una composición tremendamente cuidada desde las luces y sombras, pasando por la banda sonora, la tranquilidad con la que se narra su historia o los continuos silencios y la interpretación de su protagonista, Drive fue una sorpresa que se puede seguir disfrutando tiempo después ya que la puesta en escena de la cinta es brillante.
Con una primera secuencia que nos engancha en su trama y que ya deja entrever cómo va a ser la estética del largometraje, el uso de planos generales que hacen de la ciudad de California una parte importante de la trama nos adentra rápidamente en sus calles y concretamente en la noche, en la que se sitúan los momentos de mayor tensión e intriga. Con un reparto repleto de personajes masculinos que son quienes llevan la mayor parte de los diálogos y el protagonismo de la historia, Carey Mulligan y Christina Hendricks son las únicas mujeres, ambas con papeles pequeños y poco relevantes en el relato. Bryan Cranston, Oscar Isaac o Ron Perlman son otros de los actores que rodean a un Ryan Gosling cuyo papel le va como anillo al dedo.
Sorprende que a pesar de las escasas secuencias de violencia que hay, la cinta llegue a considerarse violenta, y es debido a la agresividad utilizada en esas secuencias y a su composición general que nos hace ver el oscuro y terrible mundo en el que nos adentramos. La banda sonora con canciones de Cliff Martinez, Chromatics o la ya mítica ‘Nightcall’ de Lovefoxxx y Kavinsky, no solo ponen sonido a las secuencias sino que en muchas ocasiones, sus letras describen aquello que la falta de diálogos de la película no explica. Drive es un filme más sobre esos negocios turbios e ilegales en los que la influencia del cine negro y el cine independiente se ve claramente visible en su narración pero cuya estética global y forma de relatarse la ha llevado a convertirse en una película de culto.
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