Tres amigas viajan a Grecia para disfrutar unos días de lo que pretenden que sea el verano de sus vidas. Las tres son menores de edad por lo que la inocencia y la juventud residen en ellas. Esa emoción desorbitada de la libertad que viven lejos de sus familias y su entorno conocido, y a las que acompaña un pensamiento que gira en torno al consumo de alcohol y sexo como sinónimos de fiesta y disfrute son la premisa de How to Have Sex (Molly Manning Walker, 2023). Esa obsesión por el sexo que las lleva a retarse para ver quién de ellas tiene más durante sus vacaciones pronto nos lleva a darnos cuenta de la importancia que le dábamos en esos años de cambio a los temas de adultos, cuando la sociedad te incitaba a tener sexo para así no seguir siendo una persona virgen, como si el hecho de tener sexo te diera inmediatamente la entrada al mundo adulto.

How to Have Sex nos hace sentir la peligrosidad de todo lo que puede llegar a pasar y no sabemos si llegará a suceder a estas jóvenes. La inexistente sensación de peligro de las protagonistas por la falta de conciencia que tendemos a tener en la adolescencia es palpable en cada secuencia. Y sobre todo, un gran número de pensamientos y sensaciones que conseguimos sentir gracias sobre todo, a la interpretación de una de sus protagonistas, la actriz Mia Mckenna-Bruce, que consigue que nos adentremos de lleno en su historia y resulte fácil que nos lleve a una época de nuestras vidas pasada, aunque no hayamos vivido lo mismo o de la misma manera. Todo ese dejarse llevar por tantos estímulos y figuras que hay a tu alrededor y que te empujan a ello aunque tu primera reacción sea decir que no, pero estos te presionan y convencen para que lo hagas.

La ópera prima de la directora Molly Manning Walker sabe describir con una historia aparentemente sencilla, toda una serie de problemas de la sociedad que muchos reconocerán, y otros muchos se darán cuenta de estos al ver la película o lamentablemente, puede que todavía sigan sin querer verlos. La visión que unos y unas jóvenes tienen de la sexualidad se describe aquí de una manera tan realista como preocupante. La mezcla de pubertad, desconocimiento, alcohol, fiestas, sexo y esos años que son tan emocionantes como inocentes son un cocktail explosivo y toda una lotería con la que, no solamente es una película que plantea un debate evidente en torno a la sexualidad y el consentimiento, sino que también con su realismo y verdad llama a pasar a la acción y cambiar esas formas de socializar tan cuestionables.