Muchos creíamos que el hecho de que ya hubiera una película anterior (¡Viven!, Alive!, Frank Marshall, 1993) que retrató el trágico suceso de una historia que tuvo lugar en el año 1972 era suficiente para que no hubiera una nueva película relatando aquel terrible suceso y nos sorprendimos cuando supimos que Juan Antonio Bayona iba a volver a llevar esta historia a la gran pantalla. ¿Qué puede querer remarcar ahora? ¿Qué va a hacer que esta nueva cinta sea diferente de su predecesora? La respuesta es mucho. La sociedad de la nieve (J.A. Bayona, 2023) es un excepcional largometraje que demuestra ser técnicamente perfecto, que humaniza la historia y tiene en cuenta a cada uno de los protagonistas de este suceso —desde los que perdieron su vida en los Andes hasta los que sobrevivieron—.

«¿Qué pasa cuando el mundo te abandona? La respuesta está en la montaña», con estas palabras el narrador de la historia comienza una cinta que a pesar de la dureza que engloba lo acontecido en los Andes tras ese accidente aéreo en el que el equipo de rugby uruguayo, tripulación y algunos familiares quedaron atrapados entre montañas y nieve y comenzaron largos días de supervivencia en los que el hambre y el frío fueron determinantes, el espectador se adentrará en el relato y quedará atrapado por este viaje de superación ante la adversidad que vivieron estas personas. Una de las características que mejor definen el retrato que aquí se realiza del suceso es la humanidad que desprende el filme desde su inicio hasta su desenlace, así como el cuidado y respeto con el que se aborda el tema que es un ejercicio de empatía para el espectador que gracias a la figura del narrador y lo que acontece plantea un ejercicio de moral y comprensión.

La sociedad de la nieve consigue que el espectador sienta el lugar remoto en el que se encontraban estas personas, el temporal al que tuvieron que hacer frente durante largas semanas o el debate al que se adentraron para poder sobrevivir en unas montañas en las que no tenían alimentos para subsistir. El poder de la banda sonora compuesta por Michael Giacchino, la mirada que mantiene la cámara con secuencias en las que por ejemplo, llegamos a sentir claustrofobia en momentos extremos, el recuerdo que se le hace a las personas que allí perdieron su vida demostrando que todos ellos fueron importantes, así como la excelente fotografía que se recoge en cada plano; no cabe duda que la última película dirigida por Juan Antonio Bayona consigue ser un retrato auténtico de una trágica historia que está cargada de humanidad y realismo, y que, como película, es simplemente excepcional.