El primer minuto es maravilloso. Un resumen a toda velocidad —como la propia vida que muchos vivimos— que describe la locura en la que nos hemos sumergido y llamamos mundo global. Sin embargo, todo se para y el silencio llega cuando la imagen de la naturaleza aparece en pantalla. Y ese contraste de vidas es el que se nos plantea en Las cosas sencillas (Les choses simples, Eric Besnard, 2023), con la historia de un hombre que lo tiene todo —o al menos, no le falta de nada de cara a la galería—, y la de otro hombre que —de cara para dentro— también lo tiene todo. El glamour de uno resalta con el andar por casa del otro. El estar a pleno movimiento y sin tiempo para pensar de uno de ellos, destaca con el aislamiento y tranquilidad que vive el otro.
Podríamos pensar que es al revés, pero es el hombre al que le sobra el dinero y podría tener lo que quisiera quien desea la vida austera que lleva el otro hombre en medio de la naturaleza, haciéndose él mismo los quehaceres diarios y disfrutando de lujos pequeños como el agua del manantial, los huevos que le dan sus gallinas o la tranquilidad diaria. Las distintas personalidades de ambos consiguen ese punto cómico que utiliza el filme para que surja la química entre los extremos y en dos personas que no parecen tener nada en común. El entorno tan privilegiado en el que se centra la historia, y que nos aleja del ruido y descontrol de las ciudades, nos presenta diversas imágenes que se convierten en fotografías para enmarcar, gracias a la situación tan privilegiada en la que se encuentran y a la posición de la cámara desde donde se mira.
Aunque puede parecernos que hemos visto películas similares, y desde luego historias semejantes, no viene mal ver Las cosas sencillas, ya que nos hará dejar nuestros prejuicios a un lado y valorar la cotidianeidad de la vida más humilde, que a su vez está cargada de confort, tranquilidad y felicidad, gracias en parte a valorar esas pequeñas cosas de la vida, y a la que le acompañan la amistad, el amor y el hacer lo que más nos gusta mientras vivimos. Esta comedia dramática francesa nos recuerda que no necesitamos tanto para tener una buena existencia, y que la sencillez puede ser una gran aliada para disfrutar de la vida.
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