Slow (Marija Kavtaradze, 2023) describe la conexión que comienza a crearse entre una bailarina de danza contemporánea y un intérprete de lengua de signos cuando ambos se conocen por sus respectivos trabajos. La sensación de conocer de toda la vida a una persona que todavía es un extraño así como la naturalidad con la que se describe el comienzo de su relación es el plato fuerte de esta historia. La historia sabe destacar el gran entendimiento que se llega a crear entre los dos seres humanos, resaltando momentos en los que están rodeados de gente pero solo se ven ellos dos entre toda esa multitud y ruido. Y un aspecto que el cine todavía no ha mirado lo suficiente y que sí hace aquí su directora es el hecho de narrar una historia en la que una de las partes de la pareja es asexual, o lo que es lo mismo, no le atrae nadie sexualmente.

Su tráiler de cine ya resalta los puntos fuertes del largometraje que luego se describen con más profundidad y poniendo el cariño sobre la mesa continuamente en la cinta. Una banda sonora en la que la música de la artista April Snow es la que resalta ciertas secuencias, dejándonos una escena memorable con la canción ‘We fucked it up’, y en la que los sentidos son clave para describir a través del baile en la profesión de ella, y de la interpretación de lengua de signos en el caso de él, la relación que comienza a nacer y desarrollarse entre ellos.

La fuerza de su conexión tendrá que luchar con el hecho de que él sea una persona asexual, y pese a las complicaciones que ello implica, el vínculo entre ellos será el protagonista de una historia de amor muy realista que sabe llegar al público por esa naturalidad que transmiten ambos actores en todo momento. Slow relata una historia narrada desde la ternura en la que dos personas conectan de una manera especial, —y cuando vamos cumpliendo años nos damos cuenta de lo que cuesta encontrar personas con las que conectar de esa manera—, y el relato presta atención a los pequeños detalles con planos de cerca que nos llevan a observar sus ojos o sus manos en esos momentos tan íntimos de dos personas que viven una relación que se vuelve muy real para el espectador.