Tras el estreno de la primera parte de la temporada en cines y después en la plataforma Movistar Plus+ a finales de noviembre, y tras varios pases en cines de esta segunda parte, se acaba de estrenar también la parte final de la temporada en la plataforma de pago —leer reseña de la primera parte pinchando aquí—. Esta segunda parte de Los años nuevos (2024) termina de relatar el desarrollo de esta relación sentimental mostrando los cinco años siguientes desde que ambos cumplen 35 años. Con un segundo bloque especialmente emotivo y más nostálgico si cabe que sus anteriores episodios, las interpretaciones de ambos actores principales aquí son especialmente brillantes, y recuerdan a las gloriosas actuaciones de los actores Daisy Edgar Jones y Paul Mescal en la serie Normal People (2020) —leer reseña pinchando aquí—.
La importancia de esas dos interpretaciones principales que realizan los actores Iria del Río y Francesco Carril, y la mirada de la cámara a esos personajes que retratan momentos de sus vidas y la evolución de sus historias nos hace adentrarnos en la serie sabiendo ya que sus días de nochevieja y año nuevo son cada año diferentes. Con este retrato que se realiza de la relación de una pareja durante diez años, y concretamente, de diez años muy concretos de la vida en los que se tiende a conocerse mejor a uno mismo y saber mejor qué se quiere, se hace evidente la evolución de la personalidad y vidas de estos dos personajes, pero también de los secundarios que les rodean.
El resultado al completo de la serie Los años nuevos es un tanto agridulce. Y es que, ni es tan excepcional como muchos decían —grandes expectativas que creo que le han afectado negativamente—, ni tampoco es una mala opción para ver. La serie recuerda al comienzo de los trabajos de uno de sus creadores, Rodrigo Sorogoyen, y a ese interés en indagar en las relaciones de pareja que vimos en películas como su primer largometraje 8 citas (2008) o la maravillosa Stockholm (2013).
No diría que es la serie española del año como se ha querido vender, y mucho menos cuando la calidad de las series españolas este año es bastante alta, con ejemplos como Querer —leer reseña pinchando aquí—, Celeste —leer reseña pinchando aquí— o Bellas Artes —leer reseña pinchando aquí—; sin embargo, no por ello desmerece mérito ya que está bien escrita, interpretada y desarrollada.
Diría que esta serie es más entretenida que realista en lo que al amor respecta —y ahí lo dejo para quienes se animen a verla—. De ella me quedo con dos cosas: las excepcionales interpretaciones de sus dos actores principales que han sido todo un descubrimiento, al igual que en su momento lo fueron las de Daisy-Edgar Jones y Paul Mescal en Normal People, y que son especialmente admirables en esta segunda parte. Y además, los momentos con familiares y amigos que describen esas conversaciones que surgen en distintas ocasiones, y que son especialmente memorables en episodios como el séptimo o el octavo.
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