Con una segunda temporada centrada en plena pandemia de coronavirus —leer reseña pinchando aquí—, la tercera temporada de la serie The Morning Show (2019) sigue sin olvidar la crisis sanitaria que sufrió el mundo, pero ahora el medio de comunicación UBA debe cambiar su estrategia para evitar la crisis financiera que parece estar viviendo. La fórmula es similar a la de sus anteriores temporadas pero no es tan novedosa como lo fue antes. En los personajes femeninos no parece pasar el tiempo y todas, a su manera, están siempre perfectas. Para ellos, sin embargo, no parece ser un problema que se pueda reconocer su edad a pesar del maquillaje. A ritmo de Tom Petty, H.E.R., Bee Gees, The Mamas & The Papas, Lizzo, Annie Lennox o The Beach Boys nos adentra en el momento en el que una empresa multinacional quiere comprar un medio de comunicación con los riesgos y las consecuencias que esto supone.
Esta tercera temporada se estructura con la historia del personaje de Cory, interpretado por Billy Crudup, como persona adicta al trabajo y sin vida fuera de este, y que ello parece haberle convertido en un ser humano sin escrúpulos que se desvive por la cadena de televisión usando a las personas a su antojo. La serie vuelve a poner al personaje terriblemente narcisista al que da vida Jennifer Aniston en medio de las idas y venidas de los problemas que experimenta la cadena, y termina de construir con la historia de Bradley Jackson que interpreta Reese Witherspoon, a una mujer que es una sufridora nata. El sentimiento de desconfianza entre ellos y las relaciones de usar y tirar sigue reinando entre las historias pero, pese a que siguen intentando construir narrativas en torno a la realidad, se va notando que se está estirando demasiado el chicle en esta serie.
Con las incorporaciones de los actores Jon Hamm y Stephen Fry al reparto de esta tercera temporada, la descripción de este tipo de personas multimillonarias con tanto poder, egoísmo y soledad nos quiere contar cómo es esa otra parte de la sociedad que también existe en el mundo, aunque una gran mayoría de nosotros no la tengamos cerca —por fortuna, en muchas ocasiones—. Sorprende también que el público esté tan interesado en este tipo de series que pretenden engancharnos a la vida de gente rica sin escrúpulos que solo ansía el poder. Vidas que al final, no serán como las del común de los mortales que vemos estas series, pero que quizás viéndolas nos hagan sentir más cerca de ellos de lo que verdaderamente estaremos nunca.
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