Tras una soberbia primera temporada en la que fuimos partícipes de cómo sobrevivía un canal de televisión salpicado por las acusaciones de escándalos sexuales y abusos de un presentador clave de un programa matinal con unos episodios en los que el movimiento Me Too estuvo siempre presente —leer reseña pinchando aquí—, la segunda temporada de la serie The Morning Show regresa llevándonos al momento después del glorioso final de su primera y se sitúa en los meses previos a la llegada del coronavirus, describiendo cómo recibe este medio de comunicación una pandemia inesperada y cómo se adaptan las vidas de aquellos que trabajan en el mundo de la televisión.

Con unas impresionantes vistas de dron por un Nueva York completamente vacío con solamente los pájaros transitándolo que vemos en su primer episodio, retrocedemos tres meses atrás hasta las navidades de 2019, a un nuevo momento de cambio que vive el programa de televisión en esos meses. En esta segunda temporada, la fotografía sigue siendo maravillosa y también la atractiva composición de sus historias y cómo van añadiendo distintas tramas a la serie y sobre todo, van enredándolas constantemente. Las vidas millonarias de estos famosos y la desesperación que viven la mayoría en unos trabajos que les proporcionan una lujosa existencia pero que también les brindan relaciones superficiales, falsas e interesadas entre ellos vuelven a ser las protagonistas en estos nuevos episodios.

El personaje de Jennifer Aniston es a quien seguimos continuamente en esa montaña rusa de emociones, tensión y angustia en la que vive y a la que se le suma su egoísmo enfermizo y las historias que interpretan los actores Reese Witherspoon, Billy Cudrup y Steve Carell que son secundarias y complementarias a la de Aniston. La llegada de la pandemia con personajes que viajan a China o residen en Italia y a los que les afecta antes la llegada del coronavirus que empezó más tarde en Estados Unidos, nos ayuda a rememorar el desconocimiento en el que vivía el mundo. Asimismo, las vidas de estos ricos que pueden conseguir un jet privado para volar de un país a otro en pleno confinamiento vuelve a hacerles destacar con privilegios que no son los mismos que los del común de los mortales. En esta temporada reinan las segundas oportunidades, la desesperación general, el caos, el interés propio egoísta de sus personajes, el uso de las personas, su reputación y el qué dirán.