El 19 de julio de 1936 los militares llegan a Salamanca y proclaman la ciudad en estado de guerra contra el gobierno de la república. Con el inicio del golpe de estado de algunos de los militares en la plaza de Salamanca, Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019) nos hace viajar al pasado para entender una situación que se vivía en los años 30 pero que describe una sociedad muy semejante a la que tenemos casi cien años después. Con el escritor, filósofo y rector de la universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno como figura central de la historia, nos adentramos en los tensos días que se sucedieron durante el verano del 36 y los meses siguientes, en los que se fue cambiando el transcurso de la historia paulatinamente por personas como el propio Franco y su amigo íntimo Millán-Astray u otros personajes como Unamuno.

Lo que puede parecer en un principio una película más sobre la guerra civil española se convierte en una historia para reflexionar sobre la corta evolución del ser humano en todo este tiempo, que sigue repitiendo los mismos errores sin aprender de los pasados. Mientras dure la guerra describe la vida de un ser humano como Unamuno, que no se reconocía en ninguna ideología y dudaba ante los radicalismos que vivía España en medio de dos bandos que no sabían dialogar y entraron en una guerra por la propia ignorancia de ambas facciones. En tono de comedia y con una moraleja que no conseguimos aprender y que nos hace repetir los mismos trágicos acontecimientos a lo largo de la historia, las excepcionales interpretaciones de su reparto —entre las que destaca la de Karra Elejalde— así como la buena localización y puesta en escena del largometraje nos hacen vivir esos años en primera persona y dejan para el recuerdo dos secuencias emblemáticas que perdurarán en la historia del cine.